Viernes 6 de
marzo 2015
Cuéntame cómo pasó
Antonio: ¿Cuántas veces has visto Lawrence de Arabia con esta, hijo?
Carlos: cinco y te advierto que quiero verla otra vez
Antonio: ¿Por qué?
Carlos: Pues no sé, porque me gusta ¿sabes lo mas que me gustaría?
Antonio: no
Carlos: Pues vivir como Lawrence, y en tiendas de campaña, ir por
el desierto en camello.
Toni: Pero te quieres estar quieto de una vez, que no me dejas
estudiar, tengo un examen,
Carlos : oye Toni
Toni: Que me deje en paz, ¿qué quieres que me suspenda el pre o que
no pueda ir a la universidad?
Carlos: ¿A ti te gustaría tener muchas mujeres o ir por el desierto
en camello y vivir en tiendas de campaña?
Toni: Tu estas chalado, pero chalado de verdad, cada día peor.
Don Venancio: ¡Otra vez Alcántara! otra vez interrumpiendo.
Carlos: Si nos dijo, que podíamos hacer las preguntas que
quisiéremos.
Don Venancio: Tiene razón hijo, no, no, tiene razón, a ver
pregúntame lo que quieras
Carlos: ¿Por qué nuestro cielo es tan aburrido? a mí me parece un
rollo.
Don Venancio: Pero como nuestro cielo, será el cielo,
porque cielo no hay más que uno. Y además como va ser aburrido, que sandez estás
diciendo.
Carlos: ¡Qué va! también está el cielo de los moros, que tiene
pasteles y caramelos, mujeres guapísimas, que bailan y que huelen muí bien, y
de todo.
Un niño: Lo has carajo, Macho.
Don Venancio: Vamos a ver Alcántara ¿tú sabes bien, lo que
estás diciendo?
Carlos: ¡Pues eso! Ha, y otra cosa, ¿por qué los moros pueden tener
muchas mujeres, y nosotros solo una? A mí, me gustaría tener cuatro, cinco.
Un niño: oye, cállate, que eso es una blasfemia.
Don Venancio: Silencio, silencio todo el mundo, hombres ¿os
queréis callar?
Carlos: Yo, no voy hacer la comunión.
Don Venancio: ¿Como que no?
Carlos: ¡Que no! que yo quiero ser moro.
Don Venancio: ¡Moro!
Un niño: Ha visto, lo que has dicho, que quiere ser moro.
Don Venancio: Pero, ¡silencio!
Don Venancio podía decir
lo que quisiera, que yo había decidido mi futuro, no tendría que ir mas al
colegió y me pasaría el resto de mis días cabalgando por el desierto al mando
de una legión de árabes.
Antonio: Usted dirá Don Venancio.
Don Venancio: Pues bien, y como estamos en confianza iré
directamente al grano. Es mi triste deber comunicarles que Carlito es un
apostata.
Herminia: Una próstata, hay mi niño tiene algo en la
próstata.
Don Venancio: Apostata doña Herminia, Apostata. Dejemos en
paz la próstata, con perdón. vuestro hijo quiere ser mahometano.
Merche: Mahometano
Don Venancio: ¿Y quién le está calentando la cabeza con Mahoma?
Antonio: ¿Pero cómo va a creerse mahometano?
Vendedor de periódicos: ¿O sea que te has hecho moro para tener un montón
de mujeres?
Carlos: Montones y montones,
Vendedor de periódicos: ¿Pero para que quiere tantas mujeres? si con
una tiene bastante.
Carlos: Porque los musulmanes según dicen Don Vicente tienen siete u
ocho o más.
Vendedor de periódicos: Ni se te ocurra,
Carlos: Porque, si a mí me gusta tener muchas
Vendedor de periódicos: Que no, que te sacan el jugo
Carlos: Estas bien no me casare, solo tendré camello.
Antonio: o sea que yo le hecho musulmán, no digas tonterías
Merche.
Herminia: Aquí esta
Carlos: Que hala sea con vosotros.
Antonio: He tu, hala espera un momento.
Carlos: No hago la comunión, y no la hago, quiero ser moro.
Antonio: Carlos hijo como vallas par allá te vas a enterar de lo que
es bueno
Carlos: Y porque no puedo hacer malo si a mí me gusta
Antonio: Carlos, hijo que te vayas a la cama que no está el horno
para bollos
Carlos: Papá José también a lo mejor se hace moro
Antonio: Que pesado estas con hacerte moro hijo, cuando tiempo te
vas a durar esta tontería
Herminia: Ya está bien Carlos, nos vamos a terminar hartando
Carlos: No me llames Carlos abuela me llamo Mustafá
Antonio: Como te pegue yo una te van a llamar escalabrado
Carlos: Pégame, pégame, los moros como mas sufrimos en la tierra,
más nos divertimos en el cielo
Antonio: Pero este niño que le pasa, ¿está loco perdido o qué?
Toni: Esta de manicomio
Carlos: Además de ser moro soy tuareg, los tuareg no solo van en
camello es que nunca se bañan en su vida
Herminia: Claro y tu encantado con no bañarte
Carlos: pues si
Antonio: Ahora dice que como es tuareg no se quiere lavar mas
Merche: Pues que no se lave
Carlos: ¿Y a mí no me sirves?
Merche: Hoy perdona, dame el plato
Carlos: Que yo no quiero judías verdes
Antonio: No quieres judías verdes hijo pues no las comas, Merche
sírvele coliflor
Carlos: Que yo no quiero coliflor, yo quiero jamón
Merche: Estás loco, si no te lo quito te lo comes
Herminia: No se te ocurre comer jamón
Carlos: Porque me gusta
Toni: Pero tú no puedes comer jamón Mustafá
Carlos: Que si puedo
Hermana: Pero no sabes que los moros no pueden comer jamón
Antonio: Claro hijo, no pueden comer jamón, no pueden comer chorizo
de pamplona ni lomo embuchado ni salchichón no pueden comer nada
Herminia: Porque lo tienen prohibido
Merche: Te hubiera hecho una comida mora, pero no me ha dado tiempo
Carlos: Ya no me da la gana de ser moro, que rollo
Antonio: No, pero no hagas esto Mustafá, que estás haciendo, anda
que…
Mi madre como siempre se
salió con la suya, no sé de dónde sacaría el dinero, pero mis padres tiraron la
casa por la ventana, me compraron un traje de almirante, y hasta me regalaron
mi primera pluma estilográfica, una cartera de cuero que aún conservo y la
biografía del Cid campeador, pero lo que más recuerdo fue la emoción que sentí
cuando vi a mi padre con aquellos zapatos nuevos tan brillante, y a mi madre
con un traje de chaqueta que se compro, que era la madre más guapas de todas,
aun que para pagar todos los gastos que tuvieran que empeñar como siempre, pero
como decía mi madre “un día es un día”, y alguna alegría tendría que darse que
todo era trabajar para llegar malamente al fin de mes.