Les Luthiers El Poeta y el Eco 1
Marcos Mundstock: Cuando la Sociedad de Compositores de Viena me encomendó la búsqueda de Helmut Bösengeist, yo solamente sabía de él que estaba componiendo una canción sobre el poeta y el eco, y por lo tanto era probable que se hubiera dirigido a las montañas. Partí en su búsqueda hacia los Alpes. Esa mañana estaba yo en plena montaña, cuando me sorprendió una tremenda tormenta de nieve. Como pude llegué hasta la cabaña más cercana.
Marcos Mundstock: ¿Hay alguien en la cabañaaa?
Daniel Rabinovich: ¡Noo! ¿y ahí afuera?
Marcos Mundstock: ¡Tampocooo!
Daniel Rabinovich: ¡Pase, está abierto!
Marcos Mundstock: ¡Gracias!
Daniel Rabinovich: ¿Mucha nieve afuera?
Marcos Mundstock: No, caspa.
Daniel Rabinovich: ¿De dónde viene?
Marcos Mundstock: Bueno empezó como una seborrea, el médico me dijo que me hiciera unas fricciones...
Daniel Rabinovich: No, no, de donde viene usted, usted.
Marcos Mundstock: ¡Ja, ja, no le había entendido...!. Vengo de Viena
Daniel Rabinovich: Ah, Viena de viene, Viena de viene, Viena de viene ,Viena viena de viana, viana de viana, viana de venia, venia, vunia, vania, venia va... va... vul... vania, vul... venía del baño, ve... ve... al bañar al va... vul a daaa daaa. ¡Linda ciudad!. Dígame ¿anda paseando con semejante inclemencia ?
Marcos Mundstock: No, no. Ando paseando solo.
Daniel Rabinovich: No, me refiero si anda paseando pese al tiempo, a la tormenta.
Marcos Mundstock: ¡Ja, ja, otra vez no le entendí! No, estoy buscando a Helmut Bösengeist, el compositor, ¿no anduvo por acá?
Daniel Rabinovich: ¿Un compositor acá, en plena montaña? No, yo no... yo no sé nada. Yo soy un simple pastor, vivo en esta cabaña, en las montañas, tengo mi rebaño de ovejas.
Marcos Mundstock: Ajá, ¿cuántas cabezas?
Daniel Rabinovich: Una, cada oveja.
Marcos Mundstock: No, no ¿Cuántas ovejas?
Daniel Rabinovich: Una oveja cada cabeza ¿no? Una oveja, una cabeza, un rabo otra oveja, cuatro patas, cuatro ovejas, ¡no!.
Marcos Mundstock: ¡Ja, ja, ahora no me entendió usted a mí! Yo sé cómo es una oveja, una vez vi una. Me refiero a otra cosa, quiero saber simplemente si usted tiene muchas ovejas.
Daniel Rabinovich: Tengo cien ovejas.
Marcos Mundstock: Ajá, ¿las cría todas para lana?
Daniel Rabinovich: Sesenta y cinco lana y treinta y cinco poliéster. ¡Buaaa...!
Marcos Mundstock: ¿Qué le pasa?
Daniel Rabinovich: Buaa buaa...
Marcos Mundstock: ¿Y qué más?
Daniel Rabinovich: Es que hablando de las ovejas, me acordé de mi perro, todavía hoy me parece oírlo cuando venía y me decía: "Achtung!...eine Kugel kam geflogen, da steht ein Lindenbaum... "
Marcos Mundstock: ¿Su perro le decía eso?
Daniel Rabinovich: Pastor alemán...
Marcos Mundstock: ¿Hace mucho que vive acá?
Daniel Rabinovich: ¿Si hace mucho que vivo acá? ¿ve esas montañas? Cuando yo vine todavía no estaban.
Marcos Mundstock: ¿Y dígame una cosa, en esta zona hay eco?
Daniel Rabinovich: Hay mucho eco... con decirle que lo que le estoy diciendo yo ahora, lo dije ayer.
Marcos Mundstock: ¿Sabe por qué le pregunto? Porque este Bösengeist, que estoy buscando, estaba componiendo una canción sobre "El poeta y el eco", entonces yo supuse que a lo mejor el hombre para inspirarse, ¿me entiende?... ¿seguro que no oyó hablar de algún forastero, alguien nuevo en la comarca?
Daniel Rabinovich: No, no, no escuché nada, ayer estuvo tronando, escuche que tronaba, pero no, pero no sé...
Marcos Mundstock: ¿Así que usted es, un simple pastor?
Daniel Rabinovich: Un simple pastor.
Marcos Mundstock: Ajá, ¿y ese piano?
Daniel Rabinovich: Ese es un... eh... bueno, no sé, con las ovejas, este, a veces... ¡Se lo olvidaron unos mochileros!
Marcos Mundstock: Ah, unos mochileros, claro. ¿Por qué está nervioso?
Daniel Rabinovich: No, no, no, no estoy nervioso.
Marcos Mundstock: Porque lo noto balbuceando, tartamudeando.
Daniel Rabinovich: No, no es porque tengo un poquito de frío, entonces bal... bal... bal... buceo.
Marcos Mundstock: ¿Seguro que no sabe alguna cosa que no me quiere contar, que no me está ocultando alguna información?
Daniel Rabinovich: No, no, qué le voy a ocultar, yo soy un simple pastor, hace veinte años que crío pianos... que toco las ovejas, ¡qué crío ovejas! Yo crío ovejas.
Marcos Mundstock: Esta no es la mano de un pastor.
Daniel Rabinovich: ¿Y ésta?
Marcos Mundstock: Usted no es quien dice ser.
Daniel Rabinovich: ¿Qué está insinuando?
Marcos Mundstock: Estoy sospechando que usted es Helmut Bösengeist.
Daniel Rabinovich: Usted está loco.
Marcos Mundstock: ¿Estaría dispuesto a contestarme algunas preguntas?
Daniel Rabinovich: Sí, pregúnteme lo que quiera
Marcos Mundstock: ¿Usted cómo se llama?
Daniel Rabinovich: Helmut Bösengeist.
Marcos Mundstock: Helmut, Helmut ¿por qué se esconde?, ¿por qué huyó de Viena?, ¿por qué no cierra esa ventana?
Daniel Rabinovich: Acérquese al fuego, le contaré mi historia. Después del fracaso de mi última ópera en Viena, decidí abandonar la ciudad, abandonar la música; la gente venía a rogarme encarecidamente... ¡que no me arrepintiera! ¡Buaaa...!
Marcos Mundstock: Bueno, está bien hombre, no llore por eso.
Daniel Rabinovich: No es por eso, es que me acordé de mi perro ... "¡Eine Kugel kam geflogen, da steht ein Lindenbaum..."
Marcos Mundstock: Helmut, Helmut, ¡HELMUT! …, querido Helmut... cálmese y cuénteme qué más pasó.
Daniel Rabinovich: Acá en las montañas también fui rechazado; cuando los pastores me vieron llegar envuelto en mi abrigo de pieles me bautizaron "El abominable hombre de las nieves". Yo ya estaba decidido a vivir lejos de Viena, lejos de la sociedad, lejos de los demás hombres, y aparece usted, ¿qué quiere de mí? ¿eeeeeh? ¿qué quiere de mí?
Marcos Mundstock: Helmut, usted tiene una deuda con la sociedad y yo he venido a reclamársela.
Daniel Rabinovich: ¿Una deuda con la sociedad?
Marcos Mundstock: Sí. Con la Sociedad de Compositores, quince cuotas.
Daniel Rabinovich: Vea, si usted, si usted pudiera pasar en otro momento por acá, porque ahora me encuentra sin, sin posibilidad... o sea, no tengo cambio, y perdí la chequera, o sea que le podría dar unos documentos a treinta, sesenta, y noventa... años.
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