El Asesinato de Olof Palme
Como estamos viendo durante estos episodios del tema del mes, cuando hablamos de misterios sin resolver, no solo nos referimos a una clase de misterio, sino que engloba muchas formas de misterios. Pero quizá, los que inquietan más, y los que son más difíciles de tratar, son aquellos donde hay muertes de personas, aquellos en los que hay asesinatos a sangre fría. Porque en estos casos siempre queda en el aire quién y por qué hizo eso.
Estos crímenes siguen conmocionando a la sociedad, y sobre todo, al entorno donde vivía esa persona asesinada, y es una herida que no se cierra nunca si el asesinato no se resuelve. Pues bien, hoy vamos a conocer un asesinato que 37 años después sigue siendo “una herida abierta” para la sociedad sueca. Vamos a hablar del asesinato del que era en aquel momento el primer ministro del país, Olof Palme.
¿Cuáles son los hechos? Nos tenemos que situar en el 28 de febrero de 1986 en Estocolmo, Suecia. El primer ministro vuelve caminando del cine con su mujer hacia su domicilio. Va sin guardaespaldas. En un momento dado se le acerca un hombre y este hombre le dispara dos veces. El primer ministro muere y el agresor huye. Se inicia una investigación, hay muchas teorías, pero nunca se logró descubrir quién lo hizo. Tranquilo que vamos a ver todo esto más detalladamente, pero antes vamos a ver quién era Olof Palme, algo importante para entender toda la investigación posterior.
Como adelantábamos antes, Olof Palme era el primer ministro de Suecia. Dirigió el gobierno en dos etapas, de 1969 a 1976 y desde 1982 hasta 1986, momento en que fue asesinado. Es fundamental que sepamos qué clase de política hacía, porque gran parte de las investigaciones iban dirigidas a que el asesinato estaría motivado por las consecuencias de sus políticas y sus ideas.
Él era uno de los representantes más relevantes de la socialdemocracia y el impulsor de que en Suecia se instaurara el llamado Estado de Bienestar. Luchó porque en su país hubiera igualdad en todos los sentidos y trabajó por las políticas sociales, cosa que hizo que Suecia se convirtiera en un modelo a seguir.
En cuanto a la política exterior y su relación con el resto de los países, fue crítico con la dictadura franquista, el apartheid y con Estados Unidos, y en especial, la guerra de Vietnam. En política exterior defendía los derechos humanos, el pacifismo y a los regímenes comunistas de Cuba y Nicaragua. Se manifestó contra las intervenciones militares del imperialismo, las armas nucleares y mantuvo a Suecia fuera de la OTAN y de la entonces Comunidad Europea.
Además, y esto es crucial para entender esta historia, no quería distanciarse del resto de los ciudadanos. Es por eso que muchas veces prescindía de los guardaespaldas, utilizaba el transporte público o conducía su propio coche. Él decía que era “necesario tener el coraje de salir del búnker del gobierno y, como cualquier persona corriente, irse una tarde al cine”. ¿Por qué? Pues según él: “para que no se le embote a uno la humanidad.”. Ahora que conocemos un poco mejor a nuestro protagonista, vayamos con los hechos.
Nos situamos en el viernes 28 de febrero de 1986 en Estocolmo, Suecia. Olof y su esposa Lisbet deciden de manera casi improvisada ir al cine con su hijo y la esposa de este. Olof organiza estos planes a las seis y media de la tarde, momento en que ya había renunciado al servicio de guardaespaldas. El matrimonio decide acompañar al hijo alrededor de las 8 de la noche. Es decir, era un plan de última hora.
Salen de casa, cogen el metro y llegan al Grand Cinema de Estocolmo, donde verían la película Los hermanos Mozart. Cuando termina la película, se quedan un rato charlando con su hijo y su nuera, y finalmente se despiden a las once y cuarto. Es una noche fría, pero deciden no coger un taxi y volver en metro y caminando. Son las 11:21 pm cuando van caminando por una de las calles más importantes de la ciudad y en dirección a la boca del metro. Cuando están llegando a la estación, un hombre de unos 40 años, vestido con una chaqueta de esquí azul, dispara dos veces a Olof. El agresor sale huyendo y desaparece.
Un taxista que está allí da la voz de alarma y una pareja que está cerca acude a socorrerlo, intentan hacerle el boca a boca y el rcp. La ambulancia y la policía llegó a los pocos minutos, pero Olof ya había fallecido cuando llegó al hospital. Las balas le habían alcanzado la aorta y la columna vertebral.
¿Quién lo mató? Sobre esto ha habido muchas teorías, pero antes vamos a ver qué pasó con la investigación policial. Una de las cuestiones cruciales de este caso es que se dijo desde un primer momento que la investigación policial había sido cuando menos descuidada. Cometieron muchos errores, como que no acordonaron la zona, la gente pudo burlar el cordón policial contaminado la escena y además no se pudieron recoger huellas porque habían retirado la nieve. Otro error es que no se decretó la alarma nacional hasta una hora después, lo que hizo posible la huida del culpable, y las balas no las recuperó la policía, sino que las encontraron personas que estaban por allí, y también se dejó marchar a los testigos de la zona sin interrogarlos. Así que, como ves, era complicado que se pudiera encontrar al asesino. Ahora sí, sabiendo cómo fue la investigación, vayamos a ver quiénes fueron los sospechosos.
El primer sospechoso fue el ultraderechista sueco, Victor Gunarsson, que fue detenido a los pocos días, aunque finalmente fue liberado. ¿Qué pruebas había en su contra? Que se encontraba cerca de la escena del crimen en el momento en que se produjo el asesinato, que había declarado su odio hacia el primer ministro y que poseía un arma de características similares a la que se utilizó en el asesinato. Pero no tenían más pruebas y lo tuvieron que liberar. Murió 8 años después en Estados Unidos.
A partir de aquí hubo muchas teorías, que se inclinaban más a la conspiración que a teorías con pruebas convincentes. El jefe de policía de la investigación estaba convencido de que los culpables eran del movimiento nacionalista kurdo PKK, aunque es cierto que luego se supo que la pista en la que se basó era falsa. Y de ahí se pasó a buscar culpables en la CIA, la KGB, el Mossad israelí, el MI6 británico, la UDBA yugoslava en colaboración con la ultraderecha sueca, o los servicios secretos del apartheid de Sudáfrica. Se habló también de un acuerdo para que la empresa de armas sueca Bofors vendiera piezas de artillería al gobierno de India durante las décadas de 1980 y 1990. Se barajó una teoría que implicaba al ex yerno de Pinochet, Roberto Thieme. Además, en Alemania, la Fracción del Ejército Rojo (RAF) reivindicó el asesinato en una maniobra propagandística. Pero todo esto eran teorías muy aleatorias sin pruebas que las sostuviesen.
Lo cierto es que sí que hubo una persona acusada, detenida y que llegó a ser condenada por este asesinato. El hombre en cuestión era Christer Pettersson, un delincuente común, alcohólico y drogadicto. Fue detenido después de que la mujer del primer ministro lo identificara en una rueda de reconocimiento. Estuvo un año en la cárcel, pero luego se dejó en libertad porque en realidad no había pruebas concluyentes. Se dejó en libertad porque en su alegación hacían referencia a la falta de tres cosas para poder condenarle: la falta del arma homicida, la inexistencia de un móvil claro y las dudas acerca de la fiabilidad del testimonio de la esposa de Palme. Este hombre murió en el año 2004.
La cosa se quedó ahí, como un caso sin resolver. Con muchas teorías, y muchos sospechosos, porque a lo largo de la investigación la policía ha interrogado a más de 10.000 personas, y más de 130 se han autoinculpado.
Pero la historia no acaba aquí, porque en el año 2020 llegan nuevas noticias. Ese año, en una comparecencia, el fiscal Krister Petersson dio por cerrado el caso dando el nombre del que posiblemente fuera el asesino de Olof Palme. ¿Quién era el supuesto asesino? Un ciudadano sueco llamado Stig Engström, más conocido como El Hombre de Skandia, que estuvo siempre relacionado con la investigación y, de hecho, fue de los primeros testigos del asesinato. Es más, él mismo llamó a la policía al día siguiente para decir que había sido testigo, que había ido a socorrer a la víctima y que tenía miedo de que lo confundieran con el asesino.
Él dijo que había llegado a los pocos segundos porque ese día se había quedado trabajando hasta tarde en la oficina. Salió de las instalaciones vestido precisamente con un abrigo oscuro y un sombrero, tal como aparece en las imágenes de prensa de aquellos años y se dirigió al metro. La policía sospechó de él porque iba vestido como supuestamente iba el asesino y porque su versión difería de las del resto de los testigos. Luego se supo que pertenecía a un club de tiro y que se movía en círculos muy críticos con el primer ministro.
Sin embargo, aunque el fiscal dio este nombre, no aportó nuevas pruebas, ni nada concluyente, solo un nombre. Un nombre de una persona que ahora ya no se puede acusar ni enjuiciar porque se suicidó en el año 2000.
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